Está ambientada en la Segunda Guerra Mundial, sin embargo, la trama bien podría adaptarse a cualquier guerra o conflicto reciente. Su historia tiene como protagonistas a alemanes, polacos, españoles, rusos, de distintas edades y condiciones muy diferentes, pero con algo en común que los une a todos: el sinsentido de la guerra. No importa disparar o ser disparado, ser alemán o polaco, hombre o mujer, un bebé o un soldado nazi, la guerra convierte cualquier vida cotidiana en una tragedia cruel que no tiene final feliz.
En 1939, cuando la Segunda Guerra Mundial estalla, nadie es capaz de imaginar los terribles acontecimientos que van a tener lugar los siguientes años. Nadie, ninguna persona puede predecir el horror y la desolación en que el mundo se sumergirá, lo arrastrará todo, incluidas a las personas que encuentre por su paso.
El festín de la muerte es una novela formada por diferentes historias que tienen lugar al mismo tiempo, pero se desarrollan de manera independiente. Amor, miedo, furia, sufrimiento, cada una de estas historias toma un eje diferente siempre relacionado con la guerra mientras que se desarrollan de forma paralela, alternando fragmentos de unas con otras, lo que consigue resultar adictivo y muy agradable.
Las historias contadas son independientes, diferentes personas en diferentes países, personas con distintos pensamientos, y también con diferentes dificultades. Esto da una gran agilidad a la lectura, la hace amena, adictiva y muy entretenida. Si además descubres como lagunas de ellas se entrelaza, esta lectura consigue resultar también sorprendente.
Desde que vi el libro tuve ganas de leerlo, y cuando por fin lo tuve entre mis manos no me defraudó ni un poco. El libro va de menos a más, de una forma espectacular y que te atrapa. Podemos tomar este libro como una fábula de que, como dice el abuelo de Jacques: “Lo único que tienen de bueno las guerras es que se acaban”
Y durante todo el libro el autor nos lo demuestra, los propios vencedores son también los vencidos por que en una guerra vale todo, no hay moral, y cuando te das cuenta has hecho una acción de la que te arrepentirás toda la vida. Y en si la historia del libro me ha encantado por todo lo que aporta, y al fin acabas viendo que, aunque en un principio pienses que ser de un bando u otro significa ser mejor o peor persona, te acabas dando cuenta de que todo eso, son personas.
Debo decir que “El Festín de la Muerte” no es la típica novela juvenil y por eso pasa que tampoco tenga la típica historia de amor entre dos jóvenes que ya acostumbramos a ver en todas las novelas de esta categoría.
Si bien es verdad que la primera historia que se nos relata es de amor, el resto de la novela también es una historia de amor, pero no en ese sentido. Es una historia de amor a la vida, a los hermanos, a los padres, a todo a lo que la guerra arrasa y se lleva por delante.
Jesús Diez de Palma transmite sensaciones a lo largo de sus páginas, trenzando relatos cortos con distintos rostros como protagonistas, abarcando toda la guerra desde sus comienzos hasta 1945. La fragmentación de las historias le permite crear pequeños retratos, cortos y certeros, que van poco a poco creando una Europa destruida. Unas fotografías reales tomadas durante la Segunda Guerra Mundial ayudan el final de cada uno de los capítulos, dotándole de un realismo que impacta un más. Su estilo de narrar es un poco crudo. No hay duda que Diez de la palma tenía una clara intención de crear una sensación incomoda ante los acontecimientos que relata, son sucesos que hacen sentir y pensar escritas de un modo muy humano.
Esta es la historia de esas personas
anónimas que, en la Europa de 1939, fueron arrastradas al festín de la muerte.
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