jueves, 8 de junio de 2017

Martín Águila Conde #1  2c   Reseña de Lucas y yo 
Tengo que hablar de una gran historia de superación y que además es muy bonita refleja los valores de la familia esta sencilla y ágil novela para jóvenes tiene como protagonista y narrador a Mateo Wilson, un chico que tiene 17 años que, sin estar preparado para ello, enfrenta una de las responsabilidades más grandes en la vida de cualquier hombre, ser padre. En el momento de nacer Lucas, su hijo, Mateo no tiene un empleo y su futuro no parece ser promisorio ya que es un joven común que se dedica a disfrutar su edad y no se preocupa por su futuro, además, está separado de Lorena, la mamá de Lucas, y no resulta probable que la relación prospere.
El libro es muy corto, con sus 138 páginas no puede darte una historia muy extensa, así que va directo al grano y a la situación, lo cual por un lado es bueno ya que la historia se le rápidamente, pero también puede dar la sensación de que se desarrolla precipitadamente.
Ellos pensaron, como muchos otros, que si la primera vez no les pasó, las demás veces tampoco. El embarazo fue inesperado, cada uno de ellos dos tiene sus propios problemas, son novios, tal vez se les hizo fácil, pero luego la realidad se les vino encima.
Como protagonista Mateo es bueno, tiene esa atracción física por las mujeres como cualquiera, le gusta la libertad y pasarla bien e ignora muchas cosas, pero aparte demuestra el amor de un padre por su hijo y los valores que debe de transmitirle al pequeño, pues en la historia vemos cómo se ponen a prueba los valores por hacer el bien y no solo por el bienestar de uno propio, sino por la justicia.
Es así como vemos a Mateo y a Lorena pasar de ser unos simples adolescentes a personas maduras, que saben que se debe poner esfuerzo en la vida para salir adelante. Junto con personajes como la abuela de Mateo quien se vuelve tan cercana al lector por su amor a su nieto y bisnieto así como esos toques juveniles que sufre de pronto, sin dejar a un lado su experiencia en la vida.

Mateo y Lorena van a tener un bebé, un bebé que ninguno de los dos quiere en ese momento, es muy difícil cuidar de un niño a su diecisiete años, además la madre de Lorena se opone rotundamente a llevar cargando esa vergüenza, la vergüenza de decir que su hija se embarazó de un bueno para nada y a una corta edad. Por el otro lado Mateo vive solo, su madre se volvió a casar y su padre lo abandonó a los siete años. ¿Qué hacer en este caso? Lorena y su madre están decididas a darlo en adopción, y Mateo creyó querer lo mismo hasta que vio a su hijo. Así Mateo reacciona instantáneamente y hace lo primero que piensa para quedarse con su hijo y no dejarlo ir con una familia desconocida
Lorena se niega a asumir el compromiso de ser madre, de modo que decide dar en adopción a su hijo. Mateo, ante la negativa de Lorena de casarse, termina por estar de acuerdo. Pero apenas conoce a Lucas, su mundo da un giro radical.
 Una primicia común que sirve para crear una historia sensible y sentimental en donde nos encontramos con la fuerza de los lazos familiares y emocionales, así como lo cerradas que pueden llegar a ser unas personas. Mucha gente cree que ver un bebé en los brazos de una joven no es correcto, aquí se demuestra ese punto no solo desde la vista exterior de la gente que ve y susurra, sino desde la vista familiar, de la madre que quiere que su hija siga con su vida desasiéndose del bebé dándolo en adopción. Parece de lo más común que sea así, normalmente el padre piensa lo mismo, pero aquí se nos plantea una nueva situación, un giro en la historia, cuando el padre, ese joven sin experiencia y sin forma de mantener a su hijo toma una decisión y decide enfrentarse a lo que sea por su hijo.
No puede abandonar a su hijo con alguna desconocida familia cuyo trato será incierto, piensa. Es así como, al lado de Lucas, Mateo inicia su propia travesía camino de la madurez. Las cosas no serán nada fáciles. Pero, en el trayecto, Mateo aprenderá muchas cosas de sí mismo que antes no sabía, a la vez que se va conformando como adulto.
 Lucas y yo es una novela de formación, en el sentido de que vemos en ella a un joven en ese tránsito entre la juventud y la adultez. Si bien el principal conflicto que enfrenta Mateo es el de ser padre, enfrentará también otros conflictos que terminan por relacionarse con el principal y que resultarán clave para su maduración, para su configurarse a sí mismo como el hombre que quiere ser.
Todos los personajes de la novela de alguno u otro modo contribuyen, ya sea como modelo o contraejemplo, al proceso de aprendizaje de Mateo. De esta forma, la autora consigue una novela breve pero sustanciosa, sin desperdicio, cuyos elementos están bien ligados para regalar al lector una experiencia profunda y emocionante.
Habrá que agradecerle libros como este que, siendo literatura accesible a los lectores noveles, no corran una cortina de humo sobre problemas actuales como el embarazo en jóvenes, que a su vez implica otros conflictos más abarcadores, como asumir o no las consecuencias de los propios actos y la relación que se establece entre el ser individual y la colectividad. Es justo y necesario que los jóvenes lectores sean conscientes de los conflictos de su entorno y de las adversidades a las que pueden enfrentarse. Lucas y yo es, en ese sentido, un interesante ejercicio de reflexión. Pero es, sobre todo, una novela sensible que seguro dará muchas horas de placer a quienes, siendo o no muchachos, se adentren en ella.
El toque especial de la historia es que aquí la madre no es la que lucha por quedarse con el bebé, aquí quien lo hace es el joven padre, quien narra la historia y no le quita realidad y crudeza, sino que la vuelve palpable.
La autora demuestra en esta gran novela el enorme valor de la familia, la justicia social y de género, el sufrimiento y amor de los padres que luchan cada día por darle lo mejor posible a sus hijos, pero también nos enseña la difícil experiencia de ser padre a una edad tan joven pero demuestra que si se puede salir adelante cuando se tiene decisión y lo más importante cuando hay amor.


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