SEPULTURA 13.
Jorge Mauricio Cancio
Morales. 2C #6
"Yo tenía veintitrés años y no creía en fantasmas.
Era la primera vez que iba a vivir sola, aunque ya llevaba
mucho tiempo fuera de la casa paterna. Había estado
en dos pisos compartidos con gente que también estudiaba;
convivencias que empezaron muy bien y acabaron
en gritos y malas caras. Así que estaba deseando intentarlo
por mi cuenta."
Esta es una historia en la que , una estudiante de Periodismo y trabajadora de un rotativo de Salamanca, relata en primera persona sus experiencias cuando decide alquilar su propia vivienda. Flor, de veintitrés años, y con un novio en Inglaterra, ya ha pasado por esa etapa estudiantil en la que se comparte piso, se come comida basura y, lo que apuntaba muy bien al principio, acaba transformándose en una difícil convivencia.
Flor está ilusionada cuando alquila un piso para ella sola en el casco antiguo de la ciudad en la que estudia y trabaja; el inmueble tiene unos doscientos años y una inscripción borrada por la erosión en la puerta de la calle, lo que sólo permite leer una parte de la frase original. En los bajos hay un bar, pero los pisos que están por debajo del de Flor se hallan vacíos en el momento en que ella se instala, de modo que puede “sentir” que está sola en un inmueble tan antiguo. Pero lo que más le llama la atención a la joven, y también a sus amigos, es la dirección: C/ Sepultura, 13.
“Yo tenía 23 años y no creía en fantasmas”. pág. 5.
Esta es una historia en la que , una estudiante de Periodismo y trabajadora de un rotativo de Salamanca, relata en primera persona sus experiencias cuando decide alquilar su propia vivienda. Flor, de veintitrés años, y con un novio en Inglaterra, ya ha pasado por esa etapa estudiantil en la que se comparte piso, se come comida basura y, lo que apuntaba muy bien al principio, acaba transformándose en una difícil convivencia.
Flor está ilusionada cuando alquila un piso para ella sola en el casco antiguo de la ciudad en la que estudia y trabaja; el inmueble tiene unos doscientos años y una inscripción borrada por la erosión en la puerta de la calle, lo que sólo permite leer una parte de la frase original. En los bajos hay un bar, pero los pisos que están por debajo del de Flor se hallan vacíos en el momento en que ella se instala, de modo que puede “sentir” que está sola en un inmueble tan antiguo. Pero lo que más le llama la atención a la joven, y también a sus amigos, es la dirección: C/ Sepultura, 13.
“Yo tenía 23 años y no creía en fantasmas”. pág. 5.
Desde el primer día, la
inquilina oye ruidos extraños pero trata de convencerse a sí misma de que los
producen las ratas o las corrientes de aire. Sin embargo, los fenómenos paranormales
van a más y llegan a un punto en el que Flor no puede ignorarlos. Decidida a
investigar qué pasa, la joven averigua que, antes que ella, vivieron en el piso
varias familias que duraron muy poco. Resuelve hablar con esos antiguos
inquilinos y también descifrar el significado del erosionado título colocado en
la puerta de entrada y que, quizá, haga referencia a algún pasado insólito...
Poco a poco, el conocimiento de la historia transforma el miedo inicial de Flor
en una profunda comprensión, y pone todo su empeño en sacar a la luz el tema y
ayudar a que descanse en paz una mujer muerta.
La historia en
general es buena, me gusto bastante ya que es de esas que te atrapan y te hacen
querer leer cada día más, creo que para las personas a las que nos gusta este
género es un muy buen libro, ya que el autor describe muy bien cada suceso.
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