martes, 6 de junio de 2017

José Ángel Torres Romero #43
Reseña del libro "El chico que encontró la felicidad"
Hamayun, un adolescente afgano de dieciséis años, vive en un centro de refugiados en
 la ciudad holandesa de Amersfoort. Su profesora de teatro le ofrece el puesto de director 
de una obra escolar cuyo contenido podrá determinar él mismo. Hamayun acepta 
entusiasmado pero, después de varias semanas buscando de forma estéril un tema para su
 obra, la profesora se cansa de esperar y le sugiere que escriba un guion basado en su 
propia vida. A él, por supuesto, esa idea no le gusta lo más mínimo. ¿A quién le puede
 interesar su vida?
Entonces comienza un larguísimo flashback que nos lleva al Afganistán de los talibanes, de
donde la familia de Hamayun tiene que huir precipitadamente debido a las ideas demasiado
 liberales de su padre. Atrás quedan su mejor amigo, sus dos abuelas y un hermano 
demasiado pequeño como para afrontar el peligroso e incierto viaje en el que se ven 
obligados a embarcarse, sujetos a los caprichos de una siniestra organización de 
traficantes de personas. A partir de este momento, la novela se convierte en una aventura 
con destino desconocido que llevará a sus protagonistas por los parajes más inhóspitos de 
Asia y Europa, hasta dar con sus huesos en Holanda después de muchos meses de 
privaciones y penurias.
La estancia de la familia en Holanda está marcada por una interminable serie de 
humillantes e infructuosos trámites burocráticos para legalizar su situación, mientras 
Hamayun y sus hermanos intentan hacerse un hueco en su nuevo entorno. Así, el 
protagonista descubrirá poco a poco un nuevo idioma y otras costumbres, hará amistades 
con chicos y chicas procedentes de todos los rincones del mundo y vivirá sus primeros 
escarceos amorosos. Pero cada pequeña alegría parece desvanecerse indefectiblemente 
por la dolorosa incertidumbre que supone no saber nunca si su familia conseguirá 
regularizar su situación en el país de acogida o si, por el contrario, serán enviados todos de
 vuelta a Afganistán. En estas circunstancias, y a pesar de poseer la energía propia de un 
adolescente, Hamayun termina por derrumbarse y acepta la propuesta de su profesora de 
teatro. Por fin se ha convencido de que la historia de su vida puede servir para abrir los ojos
 a muchas personas que no saben nada sobre las vejaciones que sufren los refugiados en 
Europa.
Cuando todo parece ir mejor y Hamayun está en la última fase de preparaciones de la obra
 de teatro escolar sobre su vida como refugiado, su familia recibe la noticia de que deben
 abandonar el país. Después de muchos años de lucha, todas las vías para legalizar su 
situación se han agotado y sus esfuerzos por integrarse en la sociedad holandesa parecen 
haber sido en vano.

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